Poder adquisitivo y miedo al 'gran reemplazo', las nuevas prioridades de la ultraderecha francesa
RFI viajó al sureste de Francia, bastión histórico de la ultraderecha. Ciudadanos precarios que no llegan a fin de mes, jubilados que temen el “gran reemplazo” de la cultura francesa por el Islam, identitarios y nostálgicos del colonialismo componen este electorado que optará por Marine Le Pen o Eric Zemmour.
Por Raphaël Morán, enviado especial al sureste de Francia.
A pocos días la primera vuelta de la elección presidencia francesa, los sondeos indican que el presidente Emmanuel Macron, candidato a su reelección, podría enfrentar en segunda vuelta a la ultraderechista Marine Le Pen. La líder el partido Reagrupación nacional ('Rassemblement nacional', ex Frente Nacional) se vio retada sin embargo por Eric Zemmour, quién también culpa a los migrantes y la religión musulmana de todos los males.
Versión audio del reportaje 'Viaje al bastión de la ultra derecha francesa'
A primera vista, la distancia política que separa a Le Pen y Zemmour parece muy reducida. Cuando una declara que una “ola continua de inmigración descontrolada transforma nuestras calles, nuestros barrios y nuestras ciudades en zonas de 'no Francia'”, el otro se presenta como “el único candidato que se preocupa a la vez por cómo llegar a fin de mes, y por la desaparición de Francia.”
Ha sido la sorpresa de la campaña presidencial 2022 en Francia: la irrupción de un segundo candidato de extrema derecha con una retórica antiinmigrante muy similar a la de Marine Le Pen, figura de la ultraderecha que se presenta por tercera vez. Pero ¿qué es lo que diferencia Eric Zemmour, este periodista y comentarista de televisión, de Marine Le Pen?
Nuestro recorrido se inicia en Fréjus (sureste francés) en un domingo soleado en la costa mediterránea. Este municipio de 50.000 habitantes es gobernado por el partido de Marine Le Pen, Reagrupación Nacional, el ex Frente Nacional, fundado por Jean-Marie Le Pen junto con nostálgicos del colonialismo.
Con los años, esta formación política ha logrado convertirse en un partido de gran envergadura con cientos de responsables electos en municipios y regiones. Mientras que su líder, Marine Le Pen, podría acceder nuevamente a la segunda vuelta de las elecciones con un sólido caudal de alrededor del 20% de los votantes.
Poder adquisitivo e inmigración, pilares de la campaña de Le Pen
En el mercado de Fréjus, Frédéric y Nathalie conversan con activistas de la campaña de Le Pen. Ambos son electores de vieja data del partido de Le Pen. "Ella quiere acabar con este sistema que nos devora a todos. La crisis permitió a los ricos enriquecerse en detrimento de los pobres. Marine Le Pen propone una política social, pero justa. Dice por ejemplo que una persona que ganó el sueldo mínimo toda su vida se jubila con apenas 900 euros mientras que cualquier migrantes puede pretender a 1000 euros, una vivienda, no es justo”, dice Nathalie, para justificar su voto.
“Para nosotros es importante bloquear la inmigración. Hay que pensar primero en los franceses pobres en lugar de recibir a extranjeros que se aprovechan del sistema. Estamos hartos”, insiste su compañero.
Nathalie asegura que no tiene nada contra los extranjeros. “Siempre he convivido con ellos y todo ha pasado bien. Los que se integran, no causan ningún problema. Pero los que se aprovechan del sistema y nos escupen en la cara, esos, no los queremos aquí”, dice, subiendo el tono.
A la cabeza de una docena de activistas locales del partido de ultraderecha, Christophe Chiocca, concejal de Fréjus, insiste en las dos temáticas de campaña que permitieron a Marine Le Pen imponerse como la principal figura opositora a Macron.
“El punto esencial de la campaña de Marine Le Pen es el de poder adquisitivo. O cómo llenar la canasta en el supermercado a fin de mes. Las personas que vemos son muy receptivas a estas temáticas programáticas. Marine propone reducir el impuesto a los combustibles y a los productos de primera necesidad. Y luego también habrá una consulta popular sobre la inmigración cuando llegue al poder, que permitirá ahorrar dinero en el presupuesto nacional", detalla el concejal, entrevistado por RFI.
Junto a Christophe Chiocca, varios activistas del partido reparten propaganda de Marine Le Pen. En Fréjus, su partido ha logrado agrupar a varias generaciones desde veinteañeros modestos como Jimmy Jeanpierre hasta jubilados como Michèle, una jubilada que nació en Argelia cuando esta tierra aún era una colonia francesa.
"Yo soy mediterránea, nací en Argelia. Y como repatriada de Argelia, no puedo votar por Macron, él dijo que la colonización fue un crimen contra la humanidad. Cuando lo escucho decir esto, me dan ganas de agarrarlo y arrojarlo al mar”, dice con voz furiosa.
“La colonización brindó muchas cosas en Argelia y en África. Tengo Argelia en el corazón”, enfatiza Michèle, una de estos tantos “pieds-noirs” que se establecieron en la Costa Azul tras la independencia de Argelia.
“Les hemos dejado un país lindo. Y ahora los atentados yihadistas en Francia se parecen a los métodos de los rebeldes argelinos independentistas que degollaban a la gente”, afirma.
“De los temas del programa de Marine le Pen que me interesan está la lucha contra la inmigración, devolver a los franceses su dinero, y aumentar el poder adquisitivo que perdimos con Macron”, explica a RFI.
Por su parte, Jimmy, empleado municipal y concejal del municipio vecino de Saint-Raphaël, estima que el partido de Marine Le Pen ya se deshizo de sus elementos más extremistas. “Yo no conocí a Jean-Marie Le Pen. Marine Le Pen es muy distinta. ¡La gente me dice ‘es una Le Pen!’, pero les digo que tampoco tiene que negar su apellido. Marine está muy centrada en la política social, entonces todos los extremistas se fueron del partido. Hubo una limpieza. Nos dicen que el partido de Le Pen es homofóbico. Es falso. Yo soy gay y hasta me han dado responsabilidades. Soy concejal. Y los partidos rivales nos nos tildaron de ‘sin cojones’”.
Jimmy afirma que el partido de Le Pen ya se ha normalizado. ¿Pero qué tan real es esta afirmación?
“Hay una estrategia de moderación del Rassemblement Nacional durante la gestión de Marine Le Pen. Que también igualmente se puede ver durante la dirección de su padre (Jean-Marie Le Pen). Hay que recordar que este partido representa la vocación de la extrema derecha por llegar al poder y alejarse de la extrema derecha marginal neofascista, colaboracionista de los años 70”, observa el politólogo Arsenio Cuenca, doctorando en el instituto EPHE en París e investigador en temas de ultra derecha.
Regionalistas, monárquicos, supremacistas y ultra católicos
Sin embargo, la candidata “no se ha desprendido del todo del prisma xenófobo cuando habla de inmigración, de seguridad o de identidad. Lo que pasa es que las otras fuerzas que han intentado buscar también apelar al votante del Front National, han recurrido a este discurso. Entonces estas ideas, al final empiezan a impregnarse en la sociedad. Eso ha provocado que el partido se asiente”, agrega Cuenca.
Por su lado, Eric Zemmour quien también surgió con una retórica antimigrantes, conservadora y antiislam muy similar a laMarine Le Pen, ha logrado captar a un electorado más ideológico. Según constata el politólogo Arsenio Cuenca, “cuando Marine Le Pen purga a todos estos cuadros extremistas y abandona relativamente las partes más radicales de su discurso, empieza a haber una desafección que acaba atrayendo a toda clase de extremistas de la derecha. Por eso vemos a gente como los monárquicos de la Acción francesa, ex miembros de Generación Identitaria o ultra católicos (unirse a Zemmour)”.
En resumen, “Zemmour representa una derecha desacomplejada, identitaria, aristócrata, ultraliberal en lo económico y ultraconservadora en lo social”.
Propulsado por su presencia cotidiana en el canal de televisión privado Cnews y conocido por sus arengas contra los extranjeros, Zemmour fue condenado varias veces por la justicia por “provocación al odio racial”.
El polemista se lanzó a la carrera presidencial proponiendo entre sus 400 medidas, privar a los extranjeros de ayudas sociales. Afirma de forma recurrente que la cultura francesa está amenazada por el islam. Su partido fue bautizado ‘Reconquête’, en alusión a la Reconquista española contra los musulmanes.
En el sureste francés, Patrick Isnard es una de las figuras de este nuevo partido. En su amplia propiedad en las colinas de Grasse donde nació la industria del perfume en el siglo XVIII, el hombre nos explica que es uno de los pocos en mantener el cultivo de flores para la producción de aromas, una actividad que iniciaron sus antepasados hace tres siglos. Dice que su pasión por la cultura local lo ha llevado a adherir al partido de Marine le Pen antes de abandonarlo el año pasado para respaldar a Eric Zemmour.
Ahora es coordinador del partido Reconquête, en el sureste francés. “En esta región tenemos más de 4.000 miembros por departamento. Yo me salí del partido de Marine Le Pen porque ya no aceptan a los identitarios. Y yo soy un identitario provenzal. Estoy loco por mis raíces, mi cultura y mi patrimonio. Un día miraba al canal Cnews y escuché a Eric Zemmour diciendo Francia es un agregado de pequeñas patrias que se reconciliaron para crear una sola. Era el discurso que esperaba", nos dice, sentado en la amplia sala de su mansión provenzal.
¿Considera Usted, tal y como lo afirma Eric Zemmour, que la cultura francesa está amenazada?, se le pregunta.
“No es una opinión, es una realidad”, responde. “Si usted viaja a muchas regiones, y yo conozco el país de memoria, hace 20 años había algunos sectores aislados donde se instalaba una cultura africana e islámica. Y ahora tengo amigos en Nantes, Toulouse, Rennes, y ahora mi dicen que no reconocen su ciudad. Se ha instalado otra identidad”, dice a RFI.
A unos 20 kilómetros de Grasse, en la costa, activistas de Reconquête mantienen una presencia diaria en la calle peatonal de Cannes, la próspera ciudad costera donde se celebra cada año el festival internacional de cine.
Catherine, que también ha abandonado el partido de Marine Le Pen, reparte ahora ejemplares del programa de Eric Zemmour que mezcla propuestas de mano dura contra la inmigración, la inseguridad y reformas económicas de inspiración neoliberal.
“El partido Reagrupación Nacional de Marine Le Pen ya es demasiado de izquierda. El partido de Marine Le Pen buscó muchos votos en el norte de Francia. Hay mucha gente pobre allá que vive de subsidios. Aquí, en el sur (de Francia) no es el caso, todo el mundo tiene trabajo”, dice a RFI.
Mientras hablamos con Catherine, un hombre mayor se acerca. Se presenta como militar retirado y ex paracaidista. Entre recuerdos de la guerra y quejas sobre la clase política actual, nos explica por qué se dejó convencer por Eric Zemmour: “Por la inseguridad. Ya no podemos caminar tranquilamente de noche en la ciudad sin que nos acuchillen. Y no, no exagero. ¿Sabe que hay entre 3 y 600 agresiones con cuchillos al día? Mire, la información está por todas partes, voy a abrir por ejemplo esta página, Fdesouche”.
Y aunque la cifra real, según estadísticas del ministerio del Interior francés es de 23 robos con armas al día, el hombre saca su celular y nos enseña una cuenta de Telegram de un blog de ultraderecha francesa que compila cada día listas de agresiones protagonizadas extranjeros. “Miren, en la ciudad de Le Mans, un hombre asaltado en su departamento, atado por un migrante marfileño reincidente. ¡Entre 300 y 600 agresiones al día! Hay que echarlos para fuera. Es importante la re-inmigración. Toda esta gente que extiende la mano y nos piden dinero, lo que buscan es robarnos, hay que ponerlos en barco y zaz, a su país. No es un método duro, es un método normal”, concluye.
El pequeño grupo de partidarios de Eric Zemmour que reparte hoy ejemplares de su programa en las calles de Cannes se compone principalmente de jubiladas.
Laurence Montoya, ex empleada de banco, se mudó hace poco a la Costa Azul para disfrutar del clima soleado. Y dedica parte de su tiempo a la campaña de Eric Zemmour: “Tengo 60 años y si abro los ojos, veo que en las ciudades muchas mujeres llevan el velo islámico, lo que no era el caso hace 40 años. Y me molesta estar en minoría en un mercado como aquí en Cannes. No tengo nada en contra de ellas, pero quiero una sociedad mixta y en ciertos lugares somos minoritarios. Es raro ya no sentirse en su país”, dice.
Kebabs y mezquitas
Y ésta es la paradoja francesa: tanto Eric Zemmour, hijo de migrantes argelinos judíos, como Laurence Montoya, hija de españoles, o de numerosos cuadros del partido de Marine le Pen, tienen orígenes extranjeros. Hijos y nietos de extranjeros que creen ahora en la teoría complotista de un supuesto ‘gran reemplazo’ de la población francesa por los musulmanes.
“Este miedo a la inmigración, a la disolución de la identidad cultural, este tipo de teorías reemplacistas ha conocido una nueva edición de la mano del escritor Renaud Camus en 2011”, apunta Arsenio Cuenca.
“Camus adaptó esta teoría al gran público. En su obra afirma que ‘solo hay que abrir los ojos para ver este gran reemplazo’. Él te dice ‘mira en tu alrededor y veras un kebab, una mezquita, gente que no es blanca cuando antes no era así’. Pasa por encima de las cifras, de los índices demográficos y lo adapta a la experiencia de la persona”.
Y partiendo de esta teoría, Zemmour propone crear un ministerio de la “reinmigración”, para deportar a 1 millón de extranjeros. “Es un calco de una medida que entendemos por una deportación, o incluso podría entrar en los cánones de lo que entendemos por limpieza étnica”, advierte el politólogo Arsenio Cuenca.
Con su programa ultraconservador, xenófobo y nostálgico, Zemmour se colocó en cuarto lugar de los sondeos y podría reunir cerca del 10% de los votos en esta elección presidencial. Pero más allá de su resultado, su candidatura significa una profunda recomposición del paisaje político francés.
>Un audioreportaje de Raphael Morán. Realización técnica: Pierre Zanutto.