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  • Las sembradoras de coral que luchan contra la degradación de los arrecifes
    Con el cambio climático y la sobrepesca, los arrecifes coralinos están peligro de extinción. RFI fue a República Dominicana donde ambientalistas recurren un método original: la reproducción asistida de corales en laboratorio para evitar su declive. En un local azul, a pocos metros de las aguas transparentes del mar caribe en la playa de Bayahibe al sureste de República Dominicana, Andreina Valdés y Nairobi del Rosario se preparan para sembrar corales en el mar. En el umbral del local de la ONG dominicana de preservación de la fauna marina Fundemar, Nairobi, técnica de restauración del coral nos enseña una estructura metálica en forma de araña de un poco más de un metro de diámetro que se está secando al sol. A esta estructura se le aplicó una resina para proteger el metal de la corrosión. Luego, se amarran pedazos de coral para favorecer su reproducción. Bajo el efecto de los huracanes, de la sobrepesca y del cambio climático, el coral caribeño está en peligro. El coral pilar por ejemplo fue incluido incluso en la lista roja de especies en peligro crítico. “Hay factores locales y globales. En los 80, una enfermedad afectó al coral acrópora en el Caribe y se perdió alrededor del 90% de las poblaciones de estas especies”, recuerda la bióloga Rita Sellares quien, desde 2019 conduce el proceso de reproducción asistida de corales en pequeñas piscinas. “Después tuvimos eventos de blanqueamientos que nos afectaron en 2019. Te tirabas al agua y veías el 60% de las colonias blanqueadas, era chocante. Lo que significa es que el agua dura caliente mucho tiempo lo que afecta la simbiosis entre las algas y el coral: las algas se van, el pólipo del coral se queda blanco, puede sobrevivir, pero no recibe lo nutrientes suficientes”, detalla Rita Sellares. La sobrepesca de pescados herbívoros, como el pez loro, también debilita el coral, indirectamente, explica la bióloga. “Sin herbívoros, las algas crecen mucho más rápido, empiezan a invadir el territorio y tapan el substrato del coral y ya no tiene donde asentarse”. Para evitar esta degradación del coral, los científicos han desarrollado recientemente un método aún más eficaz para estimular la reconstitución de los arrecifes: la reproducción asistida de coral en laboratorio. Y sí, a pesar de su aspecto vegetal y mineral, el coral es un animal que una vez al año libera millones de espermatozoides y óvulos para reproducirse. Su preservación es esencial dado que en los arrecifes se fijan algas que sirven de alimentos a pescados herbívoros quienes a su vez son comidos por depredadores. Se estima que los corales albergan más de un tercio de las especies marinas. A principios de abril, cuando inicia el periodo de desove de algunas especies, Andreina y su equipo ponen su traje de buceo para la recolección de gametos de coral. El trabajo de las sembradoras de coral trae resultados positivos. pero no compensará el declive global de los arrecifes. Entre 2009 y 2018, han muerto el 14% de los corales del planeta según la red global de vigilancia de arrecifes. Y según los expertos del panel internacional sobre el clima IPCC, con el alza actual de la temperatura global, cerca del 95% de los arrecifes están condenados a muerte. Reportaje de Raphaël Moran, realización técnica, Alain Vidal. Entrevistas: Rita Sellares, bióloga marina y directora de la ONG Fundemar Andreina Valdés, coordinadora de biodiversidad de Fundemar. Nairobi del Rosario, técnica de restauración del coral en Fundemar.
    3/27/2023
    12:32
  • Santuario de Samaná, entre protección de las ballenas y turismo de masa
    Cientos de ballenas jorobadas buscan cada año la protección de las aguas cálidas de la bahía dominicana de Samaná para reproducirse y parir. Es un espectáculo que atrae a turistas de todo el mundo entre enero y abril. RFI habló con los ambientalistas de ese santuario de República Dominicana que luchan por proteger a los cetáceos ante la presión turística. “Bienvenidos a bordo de nuestra embarcación”. Con su gorra azul, la canadiense Kim Beddall es la veterana de los guías de observación de ballenas. Son las 9 de la mañana en la bahía de Samaná, al norte de la República Dominicana. Y como todos los días entre enero y marzo desde hace 30 años, Kim dirige 'Pura Mía', su barco, mar afuera, con una cincuentena de turistas a bordo, para ir al encuentro de las ballenas jorobadas. Los cetáceos recorren 7000 kilómetros desde las costas canadienses para reproducirse o dar a luz aquí en las aguas cálidas de República Dominicana. De repente, surge un penacho de aire y agua de mar, y luego, el cuerpo de 14 metros de una ballena saltando. Otra golpea la superficie del agua con su aleta y nada a pocos metros del barco. Tras años de caza, las ballenas estuvieron a punto de extinguirse. Pero con la prohibición de la caza en los años 60, ratificada por la mayoría de los países del mundo, la población de las ballenas jorobada se ha recuperado. Se estima que existen alrededor de 15.000 en el Atlántico norte actualmente. Cientos de ella acudan cada año a la bahía de Samaná.   En la proa del barco, una fotógrafa con un largo objetivo captura imágenes de las colas de las ballenas jorobadas. En el marco de un programa de conservación de las ballenas, los botes turísticos cumplen una función de recolección de datos sobre los cetáceos. Se observa su conducta, las parejas, las mamás con sus bebés, las ballenas solteras y se identifica a cada una de ellas con el color único de su cola. Desde hace dos décadas, la bióloga Liliana Betancourt, de la ONG ambientalista CEBSE compila estos datos. “Cada cola de ballena es única, es como nuestra huella dactilar. Tenemos un catálogo con 1871 individuos foto identificados. Y además de eso, analizamos uno por uno las hembras y los bebés”. Desde 1999, fecha en la que se inició el monitoreo científico de las ballenas en la Bahía de Samaná, la científica ha notado que el área se mantiene como un santuario de reproducción. ►Lea y escuche también: "Los misteriosos cantos de las ballenas jorobadas intrigan a los científicos en Santo Domingo" Sin embargo, las vidas de las ballenas aun conservan varios misterios. La estancia de las ballenas en la Bahía dura varios días, pero no se sabe exactamente cuánto dura. Por otra parte, poco se sabe de cómo las ballenas aguantan varios días en la Bahía sin alimentarse. Estudian los cantos de ballenas Ayer, Kim sumergió un micrófono acuático en el mar y lo conectó a los parlantes del barco. Los sonidos conmovieron a los pasajeros del barco hasta las lágrimas cuando descubrieron las melodías de los cetáceos. Este macho cuyo canto escuchamos ahora, fue bautizado Harry Potter. Fue identificado en los años 70. Y fue fotografiado de nuevo en 2017 y en marzo de este año en la Bahía de Samaná. ¿Cantos, gemidos o risas? La acústica de las ballenas jorobadas fascina a los científicos. Y desde los años 70, las hipótesis científicas han cambiado. “Debido a que son los machos los que cantan durante la temporada de reproducción, los biólogos pensaban que era una forma de atraer a las hembras”, recuerda Olivier Adam, biólogo de la universidad de la Sorbona en París, estudia los cantos de los mamíferos marinos. “Pero en 1986, un investigador puso un parlante en el agua para difundir cantos. Las hembras no reaccionaron y otras huyeron. En los años 2000, nos dimos cuenta de que había muchas interacciones entre los machos. Entonces suponemos que estos cantos permiten a los machos definir su territorio, identificarse o dar información sobre su potencia a las hembras”, detalla, el biólogo, especialista en acústica. Tras un estudio minucioso de las grabaciones de los cantos, los científicos se han dado cuenta que las ballenas jorobadas “emiten vocalizaciones con una frecuencia regular, con frases de 4 5 o 6 vocalizaciones en bucle durante 15 o 20 minutos. Notamos también que hay territorios sonoros. En los mismos océanos, las ballenas tienen cantos similares. Pero hay muchas preguntas sin responder, aún hoy en 2023. La primera es la identificación individual. Normalmente, la vocalización permite identificar a un locutor, como mi voz actualmente, que me identifica. Para las ballenas jorobadas, no logramos distinguir las diferencias de voces”, admite Olivier Adam, entrevistado por RFI en el marco del congreso anual sobre ballenas, que tuvo lugar en Santo Domingo, en 2023. De regreso en el barco de Kim Beddall, observamos una ballena con una aleta herida. "Cuando vemos ballenas con cicatrices, y con los nódulos sensoriales usados, en general son machos, que pelean para acompañar las hembras como vemos ahora mismo”, explica la naturalista Melina Medeiros que acompaña a Kim Beddall en su embarcación. “Sus cicatrices vienen de los combates, imagínense, 40 toneladas que chocan... causan heridas. Hay heridas también causadas por los barcos que chocan con ballenas. Vemos partes dorsales deformadas. También vemos ballenas entrelazadas con filetes de pesca y heridas, sobre todo los ballenatos”, lamenta Medeiros. Las reglas para no perturbar a las ballenas Cada año, los turistas se maravillan con la presencia de los majestuosos cetáceos. La creación en 1986 del santuario de mamíferos marinos de la bahía de Samaná ha permitido limitar el impacto de las actividades humanas en la zona. Se ha limitado a 43 el número de permisos para las embarcaciones turísticas autorizadas a circular en la zona de reproducción. “Aquí en el área de reproducción, solo se permiten 3 embarcaciones turísticas de observaciones alrededor de las ballenas, a 50 metros de distancia, y 80 metros en caso de presencia de mamas y ballenatos”. Proteger el santuario de reproducción de ballenas es, sin embargo, una lucha cotidiana para los ambientalistas. Samuel King, miembro de la ONG Centro para la Conservación y el ecodesarrollo de la Bahía de Samaná (CEBSE), nos abre las puertas de un pequeño museo pedagógico. Un espacio dedicado a crear conciencia ecológica e histórica sobre la riqueza de la biodiversidad marina local. “Tratamos de cambiar el uso de redes que usan los pescadores. Proponemos zonas de no pesca a los pescadores”, dice King. Proyecto de terminal de cruceros Hoy, Samaná despierta el interés de las empresas turísticas. En la bahía, unos letreros indican la construcción de una terminal de cruceros. En julio pasado, el presidente dominicano puso la primera piedra de un proyecto que tendrá la capacidad para atraer medio millón de turistas al año. En el puerto de Santa Bárbara de Samaná, el ecoturismo representa una oportunidad de ingresos. Desde la ONG CEBSE, Samuel King insiste en la necesidad de conciliar desarrollo económico y protección del santuario marino. “Muchas personas que dependen del turismo ven este proyecto como un boom turístico. Pero no ven todo el daño ambiental que se va a hacer en la zona: los dragados, las construcciones, el movimiento de sedimentos. Nosotros tenemos un punto medio: no nos oponemos al desarrollo económico, pero tratamos de que se haga lo mas sostenible posible”, advierte la ONG. Kim Beddall estima que, para garantizar la tranquilidad de los cetáceos, se debería definir la cantidad máxima de barcos que las ballenas pueden aguantar en su zona de reproducción. “Hay compañías que aspiran a atraer 500.000 turistas al año. Esto significa 130 o 150 cruceros durante el periodo de reproducción de las ballenas en la bahía. El canal de entrada a la Bahía pasa en medio de la concentración de ballenas. Generalmente, los cruceros y áreas reproductivas de ballenas no son una buena combinación”, alerta la canadiense. Además de las redes de pesca, el ruido de los barcos y los radares constituyen una amenaza para los cetáceos. Según ella, el turismo masivo, un modelo al que apuesta la Republica Dominicana, es incompatible con la tranquilidad de las ballenas. “¿Qué quiere la gente? ¿Cruceros u observación de ballenas?”, pregunta Beddall. Eso será el reto de los próximos años: preservar un entorno apaciguado para que los gigantes del mar sigan nadando y cantando en las aguas cristalinas de Samaná. Y evitar que las actividades humanas pongan en riesgo una vez más la existencia de las ballenas. Reportaje audio: Raphaël Moran Realización técnica: Fabien Hilly.
    3/22/2023
    14:40
  • La contraofensiva del lobby de la carne ante el auge del vegetarianismo
    Ante el auge del vegetarianismo y del veganismo, los productores de carnes de Francia reaccionan y promueven el "flexitarianismo". Una estrategia que expusieron en la edición 2023 del Salón de la Agricultura de París. Cada año en marzo, París se convierte en la meca del mundo agrícola francés. Cientos de campesinos, ganaderos y representantes de la industria agroalimentaria se dan cita en el Salón de la Agricultura que atrajo este año cerca de 700.000 visitantes. Sea para saborear un buen vino, uno de los cientos de quesos franceses o admirar los animales, sobran las razones para acudir al Salón de la agricultura.  Circulamos en los pasillos del salón donde los ganadores exponen con orgullo sus bovinos, ovinos y aves de corral. Este año, del gremio de ganaderos de Francia ha lanzado una campaña publicitaria para llamar a consumo moderado y responsable de la carne roja. Lo llaman “flexitarianismo”. Una respuesta al auge del número de vegetarianos en el país. Irónicamente, en frente de una tienda de salchichones catalanes, una marca instaló un punto de degustación de productos veganos que imitan perfectamente el sabor de la carne. Clément, el cocinero de la marca Heura prepara croquetas de imitación de pollo y pone a cocer hamburguesas vegetales. Bruno Bourgeois, responsable de ventas de la marca… " Yo ya soy vegetariana desde hace 6 años y aspiro a ser vegana. Entonces este tipo de productos son muy prácticos. Porque el veganismo requiere mucha preparación. Entonces es bien práctico poder comprar estos productos ya listos para comer.", se alegra Léna, una joven que acaba de probar los productos veganos. "La gente de mi entorno habla muy mal de estos productos, pero me parece muy injusto. Si soy vegetariana, es para salvar a los animales y para proteger al planeta. ¡Además, en los productos cárnicos también hay aditivos!”, agrega Léna, entrevistada por RFI. Mientras algunos tratan de reducir su consumo de carne para evitar el gran consumo de agua y de CO2 que genera esta industria, otros insisten en la comida orgánica para evitar el uso de pesticidas. El 1ro de enero de 2022 entró en vigor en Francia una ley que impone a los comedores de instituciones públicas (escuelas, hospitales, oficinas de gobierno) adquirir un 20% de comida orgánica. La medida fue tomada para impulsar el desarrollo de los cultivos orgánicos, pero un año después, la meta no ha sido alcanzada aún. Los comedores públicos sirven en promedio un 10% de comida orgánica. Philippe Camburet, presidente de la federación francesa de agricultura orgánica explica por qué. "Resulta que el estado francés no puede forzar a los municipios y las escuelas a respetar esta obligación. La ley no impone ninguna sanción si no se respeta el porcentaje mínimo de comida orgánica. Algunos municipios si cumplen con el objetivo, e incluso algunas ciudades rebasan el 50% de comida orgánica en las escuelas. Hay buenas iniciativas en el sur de Francia o en la región parisinas". "Pero estamos en un contexto en que se han disparado los precios de la energía, y esto se convierte una prioridad de presupuesto por encima de todos los otros criterios. Muchos consideran que comprar comida orgánica cuesta caro entonces posponen este objetivo. Pero es un cliché. Los productos orgánicos en Francia aumentaron menos que el resto de la comida. Se vuelven cada vez asequibles y algunos son incluso más baratos que los productos de supermercado sin ventaja a nivel de salud o a nivel del gusto", apunta Philippe Camburet. Amenaza de sequía El Salón de la agricultura de París funciona también como un barómetro del mundo de la agricultura. Y este año, una sequía histórica causa inquietud entre los ganaderos y agricultores franceses. En enero y febrero, Francia rompió un récord: 32 días consecutivos sin lluvia en una temporada en la que normalmente se recargan los acuíferos.  "Solíamos ver temporadas de sequía. Pero este año se encadenaron dos sequías y esto es muy poco frecuente. La sequía del verano redujo las cosechas y la cantidad de hierba en los pastizales. Y ahora la sequía invernal hace que tengamos menos agua en las napas freáticas, entonces menos capacidad de resistencia para los próximos meses. Mis vacas produjeron menos leche porque las alimenté con forraje y no con hierba fresca. Y son costos adicionales porque tengo que comprar el forraje para el inverno, algo que no es habitual", lamenta Nicolas Girod, productor de leche en el este de Francia. Para enfrentar esta sequía, el principal gremio de agricultores, la FNSEA aboga por construir grandes reservorios a cielo abierto y bombear los ríos y las napas freáticas en invierno para llenarlos. Según los climatólogos, los episodios de sequía podrían multiplicarse en el futuro debido al cambio climático. Para Nicolas Girod, quién también se desempeña como portavoz del sindicato de pequeños campesinos Confederación Campesina, hay que repensar el modelo francés de agricultura extensiva destinada a la exportación. Construir gigantescos reservorios de agua no es una opción según él. Durante su visita al salón de la agricultura de Paris, el presidente Macron prometió un plan nacional de adaptación a la sequía. Varios departamentos franceses ya se ven obligados a limitar el uso del agua. Un recurso que se vuelve más escaso en varias zonas de Francia. Entrevistas:  Nicolas Girod, productor de leche y portavoz del sindicato campesino Confederación Campesina Olivier Dauger, productor de cereales y responsable en el sindicato agrícola FNSEA Philippe Camburet, responsable de la Federación nacional de agricultura orgánica de Francia, FNAB. Bruno Bourgeois, responsable de ventas de la marca Heura en Francia.
    3/17/2023
    11:53
  • Leer 'Cien años de soledad' para entender un siglo de cambio climático
    ¿Puede la literatura ayudarnos a comprender los cambios climáticos? Algunos investigadores la consideran una valiosa fuente para asimilar mejor los alarmantes reportes cotidianos de los científicos y el estudio de 'Cien años de soledad' de Gabriel García Márquez sería ejemplificador. El imaginario pueblo de Macondo pasó en un siglo de ser una aldea a una de las ciudades más importantes del trópico. Pero el progreso relatado por el escritor colombiano desató una desaforada explotación de los recursos naturales que la devastó. Imaginemos de otra manera el efecto invernadero: del corazón del dióxido de carbono (CO2), del metano (CH4) y de otros gases salen unos vigorosos suspiros que llegan hasta el cielo, casi a la altura del paraíso, formando un muro de rigurosas moléculas infranqueables, las cuales obligan a los rayos del sol a descender en picado hacia la faz de la tierra. Atormentados por no encontrar salida, estos potentes rayos solares liberan su titánica energía dilatando el Mar Mediterráneo, arrancando a Groenlandia su vestido de nieve, y elevando la temperatura del planeta como sucedía al interior de la casa donde Aureliano y Amaranta Úrsula, los últimos habitantes de Macondo, sucumbían a los amores atrasados: La ciudad de la compañía bananera [...] era una llanura de hierba silvestre. [...] En aquel Macondo olvidado hasta por los pájaros, donde el polvo y el calor se habían hecho tan tenaces que costaba trabajo respirar, recluidos por la soledad y el amor y por la soledad del amor en una casa donde era casi imposible dormir por el estruendo de las hormigas coloradas, Aureliano y Amaranta Úrsula eran los únicos seres felices, y los más felices sobre la tierra. (Fragmento de Cien años de soledad) Es cierto que las actuales variaciones climáticas tienen una sólida explicación científica, a saber que las energías fósiles emiten gases de efecto invernadero provocando que la temperatura del planeta aumente entre 1.5 °C y 4°C al final del siglo XXI. Sin embargo, los datos y los números no son suficientes para asimilar que el cambio climático también es un cambio cultural. Esta es la tesis del investigador danés Gregers Andersen defendida en su libro Climate Fiction and Cultural Analysis. A New Perspective on Life in the Anthropocene. En esta obra publicada en 2019, Andersen sostiene que la literatura es una fuente de historias, de relatos, de imaginarios que nos pueden ayudar a asimilar los alarmantes reportes provenientes de la comunidad científica. Enseñar deleitando  “Gracias al poder de la imaginación, Gabriel García Márquez rebasó el limitado y reductor realismo cartesiano, permitiéndonos aprehender la complejidad de la relación entre lo humano y la naturaleza a través del realismo mágico”, escribió Charlie Damour, especialista de la obra del escritor colombiano, en un artículo publicado por la Universidad de Pau. “Desde hace varios décadas, la literatura va concediendo un sitio cada vez más importante a la relación entre el ser humano y la naturaleza, y por lo tanto se interesará cada vez más por la cuestión del cambio climático”, explicó Damour a Radio Francia Internacional. En el artículo, el investigador francés detalla las transformaciones que suceden en la ciénaga donde es fundada la aldea de Macondo, punto gravitacional de la historia de Cien años de soledad. En esta ficticia región tropical transcurre la fundación, esplendor y decadencia de una civilización, cuyos últimos descendientes de la familia Buendía, la estirpe que hila los veinte capítulos del libro, sobreviven a todos los cataclismos. Como en esta última etapa de Macondo se pueden observar las consecuencias de la explotación excesiva e irracional de la naturaleza, Charlie Damour sostiene que la historia de esta novela brinda una prospectiva de los efectos del cambio climático, la cual no se puede pasar por alto. Nacimiento y esplendor de Macondo Autor del libro La Muerte y el Deseo de inmortalidad en la obra de Gabriel García Márquez (L’Harmattan, 2016), Damour describe los primeros años de Macondo como una especie de “microcosmos paradisíaco, similar a un jardín edénico, donde todo es pureza e inocencia”. Sin embargo, esta época durará poco tiempo, pues José Arcadio Buendía, el fundador de la aldea, al sustituir el canto de los pájaros por la música de los relojes de madera, cae en la tentación irresistible del progreso, que transformará por completo a Macondo.  Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. (Fragmento de Cien años de soledad) Décadas después de su fundación llegó un “inocente tren amarillo que tantas incertidumbres y evidencias, y tantos halagos y desventuras, y tantos cambios, calamidades y nostalgias había de llevar a Macondo”, como lo podemos leer en la novela.  La llegada de este transporte permitió, en un primer momento, una prosperidad económica de la aldea, introduciendo nuevas tecnologías y costumbres, y después, cuando la United Fruit Company desató la fiebre del banano, comenzó la época industrial, de acuerdo con Charlie Damour.   El miércoles llegó un grupo de ingenieros, agrónomos, hidrólogos, topógrafos y agrimensores que durante varias semanas exploraron los mismos lugares donde Mr. Herbert cazaba mariposas. [...] Dotados de recursos que en otra época estuvieron reservados a la Divina Providencia, modificaron el régimen de lluvias, apresuraron el ciclo de las cosechas, y quitaron el río de donde estuvo siempre y lo pusieron con sus piedras blancas y sus corrientes heladas en el otro extremo de la población, detrás del cementerio. [...] Tantos cambios ocurrieron en tan poco tiempo, que ocho meses después de la visita de Mr. Herbert los antiguos habitantes de Macondo se levantaban temprano para conocer su propio pueblo. (Fragmento de Cien años de soledad) El antropoceno en Macondo Lo primero que hizo la compañía bananera al instalarse en Macondo fue sustituir a los funcionarios locales por forasteros autoritarios. En la novela se describe una corrupción tan evidente, a tal grado que los empresarios norteamericanos brindaron a los gobernantes casas en la exclusiva zona residencial donde vivían ellos, argumentando que las autoridades debían gozar “de la dignidad que correspondía a su investidura, y no padecieran el calor y los mosquitos y las incontables incomodidades y privaciones del pueblo”.   Los trabajadores de la compañía bananera, inconformes de “la insalubridad de sus viviendas, del engaño de los servicios médicos y de la iniquidad de las condiciones de trabajo” iniciaron una huelga que terminó en una tragedia: la United Fruit Company utilizó al ejército para asesinar a más de tres mil personas, cuyos cuerpos fueron echados al mar. Tras esta masacre, la compañía estadounidense abandona la ciudad, dejando unos paisajes desfigurados por la urbanización y la industria del banano, y un clima alterado e irreparable que provocó dos cataclismos: primero un diluvio que duró cuatro años, once meses y dos días, seguido de una sequía de diez años.  Para Charlie Damour, quien también es profesor de español e investigador en la Universidad de la Reunión, “estos trastornos medioambientales no pudieron más que originar consecuencias profundamente perjudiciales para la tierra y para la salud, íntimamente relacionada con su medio ambiente”.  Macondo estaba en ruinas. En los pantanos de las calles quedaban muebles despedazados, esqueletos de animales cubiertos de lirios colorados, últimos recuerdos de las hordas de advenedizos que se fugaron de Macondo tan atolondradamente como habían llegado. Las casas paradas con tanta urgencia durante la fiebre del banano habían sido abandonadas. La compañía bananera desmanteló sus instalaciones. De la antigua ciudad alambrada sólo quedaban los escombros. Las casas de madera, las frescas terrazas donde transcurrían las serenas tardes de naipes, parecían arrasadas por una anticipación del viento profético que años después había de borrar a Macondo de la faz de la tierra. [...] La región encantada que exploró José Arcadio Buendía en los tiempos de la fundación, y donde luego prosperaron las plantaciones de banano, era un tremedal de cepas putrefactas, en cuyo horizonte remoto se alcanzó a ver por varios años la espuma silenciosa del mar. (Fragmento de Cien años de soledad) “Y si queremos hacer caso omiso del procedimiento literario”, explicó Charlie Damour, “la actualidad socioeconómica de las islas caribeñas nos quitaría cualquier duda si fuera necesario. Pensemos en lo que está sucediendo en Martinica, donde la misma causa ocasionó los mismos efectos, con graves disturbios, no solo en la productividad de la tierra sino en la salud del campesino”.  En un reportaje de France 24 publicado en diciembre de 2018, los periodistas Edward Haywood y Sophie Przychody constataron las consecuencias de la producción intensiva de plátanos en la isla referida por Charlie Damour. Ubicada en el Caribe, y con una superficie de poco más de 1 000 km², en este territorio francés se producen 80 mil toneladas de banano al año, lo cual la convierte en la principal actividad económica de los habitantes, y también en su principal veneno. Desde 1976, los científicos han alertado sobre la toxicidad del uso de la clordecona como pesticida, pues esta molécula puede persistir en el medio ambiente hasta 700 años después de haber sido esparcida. “Un escándalo medioambiental”, admitió el presidente Emmanuel Macron en 2018, ya que esta sustancia es cancerígena y está presente en la tierra, el agua y la sangre de personas y animales. A pesar de todo ello, la industria bananera desborda de optimismo en las Antillas francesas: de acuerdo con el Instituto Técnico Tropical (IT2), es posible crear nuevas variedades de bananos y cultivarlos sin productos sintéticos. Además, los industriales consideran que la producción bananera podría beneficiarse de la subida de la temperatura causada por el cambio climático. En Macondo también subió la temperatura, pero aquí nunca regresó la United Fruit Company.  Imaginar el cambio climático Hay que dejar en claro que Gabriel García Márquez nunca se propuso manifestar una postura ideológica o muchos menos una protesta ecológica al redactar Cien años de soledad, “como sí lo hicieron Miguel Ángel Asturias en su novela El señor presidente, o Pablo Neruda en El Canto General con el fin de denunciar la influencia del positivismo pervertido por las empresas extranjeras y los políticos corruptos”, precisó Charlie Damour. “García Márquez no impone nada. Su compromiso no es político ni ideológico, sino esencialmente literario. Lo que le interesa es divertir, primero, y luego, atraer la atención de los lectores sobre un aspecto o alguna situación preocupante, dejándoles la libertad al lector de interpretar”. Y aunque las actuales inundaciones causadas por el aumento del nivel del mar, las sequías y la transformación de selvas y bosques en vertiginosos campos de cultivos parezcan escenas del realismo mágico del escritor colombiano,  no hay que olvidar que éstas sí son reales, como es real la segunda oportunidad sobre la tierra para las estirpes condenadas a Cien años de soledad.
    3/13/2023
    16:31
  • El pueblo de Bure, futuro cementerio de desechos nucleares
    Ante el reto del almacenamiento de toneladas de residuos de sus plantas nucleares, Francia optó por enterrararlos en el subsuelos de un pequeño pueblo del este del país. Pero los habitantes de la zona no ven con buenos ojos este faraónico proyecto. RFI visitó el laboratorio subterráneo donde científicos estudian la posibilidad de crear este cementerio nuclear. Con su iglesia, su monumento en memoria a los antiguos combatientes y sus tractores que circulan entre los cultivos, Bure se parece a muchos pequeños pueblos franceses. Con la diferencia de que, en 2035, su subsuelo podría convertirse en un cementerio con miles de toneladas de residuos de combustibles radiactivos. Aquí, debajo de esta tierra cubierta por una delgada capa de nieve, se planea un proyecto faraónico de 270 km de galerías para confinar residuos radiactivos en barriles de acero. Con sus 56 reactores nucleares que producen electricidad, Francia tiene la segunda red mundial más importante de plantas nucleares y produce desde los años 70, residuos de uranio gastado que no se pueden reciclar. Estas sustancias altamente radiactivas por miles de años almacenado por el momento en las plantas nucleares. Pero el estado francés, en busca de una solución a muy largo plazo, optó por enterrarlos. Bure cumple con varios criterios: su población es de solo 80 habitantes, es una zona con poca actividad económica, no es sísmica y sobre todo cuenta con una espesa capa de arcilla, particularmente adaptada para evitar filtraciones, según los ingenieros. “Es una roca muy poco permeable. La circulación del agua es extremadamente lenta en sus poros. Además, la arcilla tiene propiedades de retención. Es capaz de secuestrar la mayoría de los elementos radiactivos de los residuos y desacelera la migración de estos elementos, de tal forma que cuando salga de la capa de arcilla, ya no serán peligrosos para el ser humano y el medioambiente”, comenta a RFI Audrey Guillemet, geóloga y encargada de comunicaciones de la autoridad estatal francesa de gestión de los residuos radiactivos, Andra. En medio del austero paisaje de cultivos de cereales, surge el laboratorio subterráneo donde desde hace dos décadas, ingenieros estudian la resistencia de la roca en el marco del proyecto Cigeo, acrónimo que designa el faraónico proyecto de almacenamiento geológico de residuos radiactivos: más de 200 kilómetros de galerías, decenas de miles de toneladas de residuos que permanecerán radiactivos durante miles de años y cerca de 30.000 millones de euros de presupuesto. Audrey Guillemet, geóloga y encargada de comunicaciones de Andra nos acompaña para visitar el laboratorio subterráneo. Provistos de un casco, de un dispositivo de oxígeno en caso de incendio, y de zapatos de protección, cerramos la puerta del pequeño elevador de metal que nos conducirá a 500m bajo tierra para alcanzar una capa de arcilla. En esta red de galerías subterráneas, y en medio del ruido intenso de las tuberías de ventilación, obreros y científicos observan las características de la roca y concluyeron que podría resistir a las temperaturas de 70 grados de los residuos radiactivos e impedir la radiación que emiten. Una alarma anti incendio interrumpe nuestra visita y nos obliga a refugiarnos sin tardar en el cuarto de confinamiento anti incendio en medio de la red de galerías. Un incendio en esta red subterránea como el que ocurrió en el centro de almacenamiento de residuos radiactivos en Estados Unidos en 2014 sería catastrófico. Y es uno de los retos que tienen que enfrentar los ingenieros. Aseguran que, en el futuro centro de almacenamiento, los vehículos serán eléctricos y no dotados de motores térmicos. Los jefes pasan lista: el equipo completo está reunida en el cuarto de confinamiento. Diez minutos después, los encargados de seguridad en la superficie nos informan que un sensor anti-incendio se activó sin razón y el alivio cunde entre los obreros Nos dirigimos a uno de los alveolos en las que los robots insertarán los contenedores de residuos nucleares a 70 grados de temperatura. "Aquí en este laboratorio subterráneo, realizamos micro túneles como éste donde se almacenarán los residuos de alta intensidad radiactiva. El tubo aquí mide 80 cm de diámetro y 40 metros de largo y estos captores nos permiten medir la deformación del tubo de acero con el tiempo, dado que tenemos que garantizar la recuperabilidad de los barriles de residuos durante 100 años”, detalla Audrey Guillemet. “Simulamos también el calor que emana de estos residuos para ver su impacto en el acero y en la roca. Hemos determinado que la roca aguantará una temperatura máxima de 80 grados", agrega la geóloga. En otra galería, se realiza una cobertura de concreto, así como estudios de resistencia.  El proyecto Cigeo ya está en camino, fue declarado de utilidad pública y la agencia estatal que lo maneja pidió oficialmente un permiso de creación a las autoridades franceses. Los científicos afirman que todo está listo para construir los alveolos que cobijaran 83.000 metros cúbicos de residuos radiactivos para la eternidad. Sin embargo, el proyecto suscita importantes controversias. A pocos kilómetros, del laboratorio piloto, el alcalde de Mandres en Barrois nos recibe en la sede de la alcaldía. El proyecto cubriría el 20% de la superficie del municipio. Julien Robert fue elegido alcalde en 2020 con otros habitantes de Mandres muy escépticos sobre este proyecto. Robert se dedica a la agricultura y para él, el megaproyecto de almacenamiento profundo del material radiactivo en el subsuelo del municipio es incompatible con su actividad profesional. El alcalde hojea el espeso informe explicativo que detalla el alcance de proyecto. Miles de páginas de mapas, graficas que no lo convencen. "Nuestra junta municipal emitió una opinión desfavorable al proyecto Cigeo. Nos preocupa por ejemplo el agua potable, la calidad de vida de los habitantes, el desmonte. Tememos que se nos agote el agua potable. ¡Hay que realizar estudios! Aquí las sequías son cada vez más frecuentes. Y en el municipio tenemos cerca de 1500 bovinos que requieren grandes volúmenes de agua. Y la construcción del subterráneo requerirá 500 metros cúbicos diarios. Queremos garantizar que tendremos agua en los próximos 60 años”, comenta a RFI. “Lo que me preocupa también es la extracción de aire viciado del subterráneo. Habrá grandes extractores de aire que sacaran cientos de miles de metros cúbicos de aire por hora. Pero imagínense, si hay un problema algún día en el subterráneo, ¿qué pasara para las poblaciones alrededor? Hablamos de los próximos 40 años. Esto concernirá a nuestros hijos”, insiste el alcalde. “Quisiera encontrar elementos positivos, pero no los hay. Somos agricultores, queremos vivir aquí, y este proyecto nos lleva a un futuro incierto. Tan solo con la fase de las obras...será el proyecto de construcción más grande jamás realizado en Francia y quizás en Europa con 30 mil millones de euros durante 120 años y 2500 personas movilizadas.  Y seguro habrá conflictos entre los opositores al proyecto y los gendarmes, vivimos con esto. Entonces si el proyecto se realiza, será muy duro para nosotros”, advierte Robert. Para vencer la desconfianza de los habitantes, la poderosa industria nuclear estatal francesa entrega subsidios a los municipios aledaños. La agencia de los residuos radiactivos pagó la remodelación de la iglesia. Y los habitantes reciben ayudas financieras para sus gastos energéticos. En entrevista con RFI, Patrice Torres, director técnico de la empresa estatal Andra asegura que la zona seguirá siendo habitable. Y que las chimeneas de escape de las emanaciones radiactivas del subsuelo no amenazan la salud de los vecinos. "No hay ninguna ambigüedad, los residuos radiactivos que queremos almacenar aquí son peligrosos. Si no lo fueran, no tendríamos que protegernos de esta forma”, admite Torres. “Pero hemos probado que la instalación será robusta y estamos preparados a los diferentes riesgos. Se habla de las emanaciones de las chimeneas...Por supuesto que la zona seguirá siendo habitable. No habrá que evacuar a nadie”, asegura a RFI. El proyecto de Bure ha suscitado movilizaciones importantes. En 2018 la policía expulsó a decenas de activistas antinuclear que se habían instalado en el bosque donde serán enterrados los residuos peligrosos. Otros países también han optado por enterrar sus desechos radiactivos. Es el caso de Finlandia que está a punto de encapsular sus residuos nucleares en el pozo de concreto de la isla Olkiluoto. Se prevé luego en 2120 sellar totalmente el sitio para impedir su acceso. ¿Existen alternativas? Francisco Castejón, ingeniero físico y Consejero del Consejo de Seguridad Nuclear en Consejo de Seguridad Nuclear de España, estima que de momento, la solución de enterrar los desechos radiactivos es la que crea consenso a nivel internacional (Escuchar la entrevista completa al final del artículo). Sin embargo, los detractores de la energía nuclear confían en que el progreso científico permitirá reciclar los residuos nucleares y que por consecuencia, hay que evitar a toda costa sacrificar ciertas zonas del territorio. En Francia donde el proyecto de cementerio nuclear avanza, los activistas no bajan la guardia y prevén otras movilizaciones. Escuche el audioreportaje: Entrevistas: Patrice Torres, director de asuntos industriales de Andra. Audrey Guillemet, encargada de comunicaciones de Andra. Julien Robert, alcalde de Mandres en Barrois. Jacques Leray, portavoz del Cedra. Francisco Castejón, ingeniero físico y Consejero del Consejo de Seguridad Nuclear en Consejo de Seguridad Nuclear de España.
    3/3/2023
    17:13

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