Lyon, la ciudad natal del séptimo arte
En este programa especial fuimos a Lyon, ciudad en la que los hermanos Augusto y Luis Lumière inventaron el cinematógrafo a finales del siglo XIX. Allí también rodaron la primera película de la historia, hace ya 130 años. En la casa de los Lumière funciona en la actualidad el Museo e Instituto Lumière, dedicados a la preservación de esta historia. La ciudad a orillas del Ródano es conocida por su fina gastronomía, pero también por ser el lugar donde se inventó una máquina capaz de captar las imágenes en movimiento, el cinematógrafo. Eso fue en 1895. Dos hermanos ingenieros, Augusto y Luis Lumière, eran especialistas en fotografía y habían hecho fortuna fabricando productos especiales. También fueron los creadores de numerosos inventos y técnicas fotográficas.Los hermanos franceses trabajaron durante varios años para fabricar el primer aparato de filmación y proyección, y con él filmaron la que se considera la primera película de la historia: la Salida de los obreros de la fábrica, el 19 de marzo de 1895. Una cinta muda, en blanco y negro, de menos de un minuto, en la que se ve a los empleados de la fábrica Lumière salir luego de una jornada de trabajo. Así nació el cine.“Antoine, el padre de Augusto y Luis Lumière, era fotógrafo con un fino talento para los negocios. De su lado, su hijo Luis, con apenas 17 años, mejoró el procedimiento para tomar instantáneas con una placa seca, que comercializaron y con la que los Lumière se volvieron una de las familias más pudientes e influyentes de la ciudad. Luego, desarrollaron el cinematógrafo con el que pasaron a la posteridad”, explicó a RFI Manon Cuny, responsable del Museo Lumière.Una invención revolucionariaEl Museo e Instituto Lumière funcionan en la antigua mansión familiar. Allí se cuenta la historia de la dinastía Lumière y se conserva el primer cinematógrafo, utilizado por los hermanos ingenieros para filmar la primera película y muchas otras, de 1895 a 1905.La invención de los Lumière consistía en una caja no muy pesada, dotada de una manivela, que permitía grabar imágenes en movimiento.“El cinematógrafo es de fácil utilización y funciona a la vez como una cámara y como un proyector. La genialidad de los Lumière es que pensaron en proyectar las imágenes en una pantalla. Para ello integraron una lámpara de arco que proyectaba un halo de luz sobre la película, que se hacía correr con una manivela. Muchos lo intentaron, pero Lumière fue el único que logró un resultado impecable”, aseguró el conferencista Fabrice Calzettoni.El éxito y el prestigio de los Lumière fue tal que la calle donde se encuentra la mansión familiar fue rebautizada como la calle de la Primera Película. Asimismo, se conserva la fachada de la antigua fábrica de productos fotográficos, frente a la cual utilizaron por primera vez su célebre cinematógrafo. Cada 19 de marzo, se recuerda a los hermanos Lumière y su célebre primera película, y se realizan “remakes” de la Salida de los obreros de la fábrica, con la participación del público.Una vasta campaña de restauraciónEn el marco del 130º aniversario de la invención del cinematógrafo y del nacimiento del cine, el Instituto Lumière produjo un documental a partir de unas 120 películas que acaban de ser restauradas."Los Lumière produjeron unas 1500 películas de 50 segundos. La misión del Instituto Lumière es restaurar este patrimonio que no solo es francés sino también mundial. Se trata de la primera producción cinematográfica de la historia. A partir de estas restauraciones que estamos haciendo, Thierry Frémaux (delegado general del Festival de Cannes) ha compuesto un documental para difundir este patrimonio”, declaró a RFI la productora de esta cinta, Lumière, la aventura continúa, Maelle Arnaud.Cine mudo pero con músicaAunque las primeras películas eran mudas, el cine siempre tuvo música. Los llevamos a la Fundación Seydoux-Pathé, donde se proyecta la cinta La bailarina española (1923) con la actriz Pola Negri, una película muda que da amplio espacio a la música.El pianista Thomas Lavoine acompaña esta obra en vivo. Es un trabajo de improvización. "Esto implica que preparamos nuestro trabajo con antelación. Lo cronometramos, memorizamos la cinta a ver si funciona y poco a poco vamos creando música acorde con la película. Nos dejamos llevar por la emoción palpable del público como en todo concierto. Nos alimentamos de lo que el público puede expresar", explica Lavoine.