Si salta contigo en los charcos, si te comparte de sus tacos o arepas, si deja buena propina, no porque le sobra, sino porque sabe honrar; si le contesta bien a su madre, si deja pasar al otro en la calle y dice gracias después de preguntar la hora, préstale mucha atención a esos detalles, pero sobre todo a esa persona. Esa gente tiene algo que ya no abunda: conciencia cotidiana. Pequeños gestos que son enormes actos de carácter y rasgos de un corazón con muchas características nobles. No nada más son amables, sino que saben vivir sin indiferencia. Esa persona no le va a dar miedo mojarse contigo, joderse los zapatos; es más, le va a parecer romántico. No se va a andar quejando de todo en el camino. Son poquititos los que respetan lo sucio y opaco. Eso es carácter. Bondad, carajo. Han navegado tantas tormentas solos, que hasta saben acompañarte en las tuyas.Esa gente no tiene una comodidad fingida. Te ven roto y no huyen; te ven fuerte y no se cuelgan. Ser así no es común. Ellos han vivido lo suficiente como para saber escucharte y preguntarte dónde te duele, para no tocarte ahí demasiado fuerte. No los vas a ver exigiéndote que te compongas en dos días, ni te van a permitir sufrir toda la vida, y mucho menos rendirte.Esa clase de personas son raras. Y no porque escaseen. El pedo es que no sabemos reconocerlas. Por eso te digo que, si salta contigo en los charcos, mírala o míralo bien.
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Dios de vida
Dios de vida, me acerco a Ti para orar por todos aquellos que no solo tienen un cuerpo enfermo, sino una mente, emociones y esperanza cansada; pongo en Tu manos su enfermedad, su temor y sus preguntas, declarando que ningún diagnóstico tiene la última palabra porque solo Tu nombre es sanidad, y aunque el proceso sea largo sé que en cada paso eres nuestra medicina eterna; hoy reclamo Tu promesa sobre sus huesos y sus células, porque aunque la ciencia haga lo posible, Tú haces lo imposible y derramas sobre ellos un río restaurador que nos recuerda que esa enfermedad no es su identidad, pues en Cristo somos sanos; te pido no solo sanidad, sino aprendizaje en este proceso, que su fe crezca y que aprenda a confiar más allá de lo que controlo, recibiendo Tu paz como parte de su tratamiento, porque Tú eres el Médico de médicos; entra en su cuerpo como luz que disuelve la oscuridad, alinea lo que está desordenado, calma lo inflamado, une lo roto y decreto vida en cada órgano y pensamiento, pues su salud no depende del azar sino de Tu soberanía; y así como tocaste al leproso y levantaste al paralítico, toca y levánta hoy al enfermo que me escucha, para que no sea el temor quien gobierne su fe, sino la certeza de que vivirá, sanará y testificará lo que Tú hiciste en quien me escuchando. Te pido en el nombre de Cristo Jesús. Amén.
Daniel Habif, es considerado uno de los mejores y más importantes oradores de habla hispana en el mundo. Es líder y creador del movimiento #INQUEBRANTABLES. Autor de 3 Libros Best-Seller con más de 1 millón de copias. Su contenido digital ha logrado alcanzar más de 2 billones de personas, en la actualidad 80 millones de personas visitan sus redes.